Un buen día mi padre me gritó: Dumbkopf! Du bist ein Dumbkopf!
Ora tú, ¿que mosca te picó? ¿Yo que hice?
Y no me dijo, pasó algún tiempo y periódicamente me decía: Dumbkopf!
Con el tiempo me pareció ver que había una extraña relación entre la palabrita esa y algún error cometido.
Entonces, lleno de valentía, le pregunté: ¿y que idioma es ese? Me dijo: " es alemán".
N´hombre, ¿pos que tú hablas alemán? No, no habló alemán, pero tomé clases de alemán en la universidad en Dayton porque algunos libros eran en alemán y se lo suficiente para decirte: Dumbkopf!
El siguiente paso fue ir a un diccionario y unos dias después le dije: "ya se lo que quiere decir dumbkopf".
No me lo volvió a decir, a pesar de que los errores en una u otra área se seguian cometiendo.
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