Por que no tengo motivo de queja, por eso. Por que la vida me dió al Rurro que era el espiritu de la nobleza, porque me dió a Patonuna que es la mar de divertida y para quien la vida es un regalo para disfrutar. El Rurro era trabajador, dedicado a su familia, cuidadoso con sus cosas y siempre protector de sus hijos. Patonuna siempre ha tenido ese aprecio por todas esas cosas de ver, tocar y oler; ver el mundo y su belleza, su riqueza de colores, de tocar las texturas, de oler esos aromas de comida y todas las formas de prepararla; un mundo de flores de diferentes tamaños y formas. Los dos juntos eran exploradores porque al Rurro le gustaba llevar su cuerpo y espiritú para conocer otras personas y otras culturas y hacer mas amigos. A Patonuna le gustaba andar de exploradora, de buscar mas flores, de probar mas comidas diferentes (anda, pruébalo; no quiero, quien sabe que sea eso).
Yo no me quejo, porque cuando pensé que todo iba bien, descubrí que puede ir aun mejor.
Soy un consentido, un consentido de la vida y un consentido de ella.
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